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Leyenda Ecuatoriana La Cañada de los siete días

La Cañada de los Siete Días

Leyenda ecuatoriana


Autor: Eduardo Flores Villegas  

I El Origen

Hace ya muchos, pero muchos años existió una tribu en la serranía ecuatoriana. Era gobernada por un rey muy codicioso y avaro, explotaba a sus súbditos y los obligaba a combatir con sus vecinos para saquear y apoderarse de las tierras. La reina a diferencia de su esposo, además de ser muy bella era un ángel de bondad, su padre la había obligado a casarse con el malvado cacique. Pese a los años transcurridos la joven reina no se acostumbraba ni se sometía al monarca. Un día decidió escapar del rey, esperaba un niño y no deseaba que creciese rodeado de maldad y menos aún que fuese víctima de los enemigos de su real esposo.
Fue así como una noche, luego de verificar que el rey se encontraba profundamente dormido, escapó del pueblo acompañada por sus súbditos más leales. Nadie se atrevió a detenerla y tampoco intentaron despertar al cacique que descansaba en las habitaciones reales. Caminaron incansablemente durante toda la noche, tan solo el astro nocturno los acompañaba y guiaba su camino. Extenuados y hambrientos finalmente decidieron descasar al abrigo de los frondosos árboles. A la mañana siguiente el suave y cadencioso trinar de los pajarillos los despertó. Asombrados de la belleza del lugar al que sus dioses los habían llevado ofrecieron algunas ofrendas y sacrificios.

En la inmensidad del firmamento, solo el cóndor, la más majestuosa de las aves flotaba. Niños y jóvenes bailaban la danza del Areito con gran júbilo, mientras los mayores daban gracias a sus dioses por llevarlos a tan maravilloso lugar. Durante la ceremonia la reina entró en trance, los espíritus que habitaban la cañada hablaron con ella. Fue entonces que las creencias y tradiciones de la tribu cambiaron.

 
Esto fue lo que le dijeron:
 
  • Tan solo adorarán a un Dios, aquel que creó el cielo con su tierra, agua, animales y demás seres, los entregó al hombre para que los poseyera y diera nombre a cada cosa.
  • Ya no debían hacer la guerra.
  • Respetarían la naturaleza y no tomarían de ella más de lo necesario y;
  • Serían tres las ocasiones en las que visitarían la cañada durante su vida.

       A partir de ese momento la Reina del Sol, como la llamaban sus súbditos, gobernó con mucha sabiduría y justicia. La llamaban de esa manera debido a que su cabellera era dorada y en las noches a la luz de las fogatas su cabello brillaba cual si fuera el mismo Sol.
Su creencia era que la familia real descendía del astro rey y su esposa la resplandeciente Luna a la que llamaban "Mama Quilla ", a esto también atribuían el color de su piel, que a diferencia del resto de la tribu era tan blanca, pero tan blanca, que se comparaba solo con las nubes que navegaban lentamente por el inmenso cielo azul. El amor que sentía por todos la convirtió en el modelo a imitar por todos.

Su pueblo era pacífico y sedentario, con una población joven en su mayoría; se dedicaban a la caza, pesca y agricultura. Esto gracias a que Dios había bendecido a este lugar con una rica variedad de flora y fauna, que no se encontraba en ningún otro sitio. El valle gozaba de un clima primaveral. Bañado por dos riachuelos con toda clase de peces, a sus orillas árboles frutales y flores silvestres que perfumaban el ambiente.
 
Según una de las revelaciones hechas a la reina en la cañada, ningún hombre debía entrar o salir; puesto que, si así ocurría: la avaricia, maldad, odio y codicia, de las que habían huido, se apoderaría del pueblo.

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